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Innovación, un gran desafío

El mundo ha sufrido muchísimas transformaciones en su historia, pero con el desarrollo de la era digital los cambios están ocurriendo más acelerados que nunca. Las empresas, las personas, productos y servicios, así como los modelos de negocio, tienen que adaptarse a una nueva manera de hacer las cosas, con foco en la futura sobrevivencia y desarrollo. El problema es que innovar no es fácil.


Christoph Schiess, TANICA


El humano es un ser de costumbres, al que le cuesta adaptarse a lo nuevo y entender que no porque hayamos hecho las cosas siempre de una misma manera, seguir así es la clave del éxito. Y en esto Chile tiene deudas pendientes. En 2018 recibimos con optimismo la puesta en marcha del Ministerio de Ciencia y Tecnología, una entidad estratégica que busca sacar mayor provecho a los recursos y capital humano con los que contamos. Sin embargo, nos queda un largo camino si queremos alcanzar a naciones como Corea del Sur, Alemania, Finlandia, Suiza o Israel, los cinco países más innovadores según el último índice anual de innovación de Bloomberg (2019). No podemos quedarnos atrás.


Si bien hace algunas semanas celebramos los resultados del Índice de Competitividad Global 2018-2019, donde Chile subió al puesto 33, lamentablemente también se destacó nuestra débil capacidad de innovación, en el lugar 53°, al igual que en materia de adopción de Tecnologías de Información (TICs), en el 49°. A esto le sumamos que a inicios de año, el FMI nos llamó a poner foco en la necesidad de incrementar el gasto en I+D, como una de las áreas clave para incrementar la productividad. Aún tenemos una baja calificación en investigación colaborativa entre universidades y la industria, lo que dificulta avanzar. En esa línea sería bueno medir en Chile más claramente nuestros avances en I+D, porque “lo que no se mide, no se gestiona”. Ahora, lograr innovación local es posible. Lo hemos visto con emprendimientos nacionales que con ingenio y dedicación han creado servicios y productos rupturistas, fuera de los lineamientos tradicionales, logrando adaptarse a las necesidades del siglo XXI. Un ejemplo interesante es NotCo (The Not Company), quienes han desafiado la manera tradicional de fabricar alimentos mediante la inteligencia artificial, algo impensado hace unos pocos años.

En esa línea sería bueno medir en Chile más claramente nuestros avances en I+D, porque “lo que no se mide, no se gestiona”. Ahora, lograr innovación local es posible.

Existen múltiples esfuerzos a los que debemos apuntar para fortalecer la innovación y el emprendimiento. Entre ellos, la creación de redes, donde los diversos actores, como universidades, incubadoras, co-works, mundo público y privado se unan para identificar y potenciar los ámbitos económicos en los que somos líderes. Algo así fue lo que se vivió en el Festival de Innovación y Futuro de la UC, un espacio de vinculación de la academia con distintos actores del ecosistema, que tuvo como principal objetivo crear redes y compartir experiencias entre emprendedores, empresarios, inversionistas y personas ligadas al emprendimiento. Espacios así deberíamos ver y organizar con más frecuencia. Por su parte, el mundo corporativo debe ser capaz de ver en los emprendedores a un aliado para impulsar la innovación dentro de las grandes empresas. Los emprendedores desarrollan soluciones innovadoras en forma rápida, resuelven problemas y, si fallan, fallan más rápido y corrigen a tiempo. Sin duda, pueden convertirse en valiosos agentes de cambio para las organizaciones grandes. El concepto de la innovación abierta, que significa la instalación de filiales, separadas de las reglas corporativas, incentiva la búsqueda y desarrollo de nuevas ideas. Ejemplos conocidos son el BMW Garage en Alemania o Engie Factory en Chile.


Aunque Chile se encuentra en una posición privilegiada en el ecosistema de América Latina, no podemos conformarnos con eso. Lograrlo depende del aporte de todos : que el Estado aumente los incentivos para invertir en I+D, y que en la esfera privada las empresas y emprendedores sean capaces de ver las posibilidades que tienen. Finalmente, todos y cada uno de los chilenos debe aportar con sus ideas y desde su expertise. Lo clave es entender que si tenemos gente dispuesta a innovar, la innovación será posible. Debemos avanzar innovando para llegar a ser un país más desarrollado, abierto y moderno.

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